Taxi Driver no es una película de que uno pueda decir "me gusta" o "no me gusta". Está por encima de eso o, por lo menos, en una categoría distinta que nunca llega a cruzarse con los gustos. Igual que su protagonista.
Llevo dándole vueltas a esta cuestión desde el jueves, cuando llegó su turno en el Aula de Cine de la que ya os hablé. Lo primero que pregunta todo el mundo cuando saben que acabas de ver una película es si te gustó. A algunos incluso se les abren los ojos, esperanzados. Nunca sé qué contestar en estos momentos y menos en un caso tan peliagudo como el de Taxi Driver.
Sigo sin saber si me ha gustado o no. Sé que ahora entiendo por qué es una película de culto y por qué ha levantado tanto revuelo, tanta tinta y tantos odios y pasiones.
Taxi Driver es una historia extraña. Podría decirse que trata sobre la soledad, una soledad que conduce a la enajenación, pero no en su sentido estricto. Sin embargo, sospecho que cualquier intento de resumen se quedaría muy corto comparado con la realidad. Me temo que la única solución es ver esta película porque, "guste" más o "guste" menos, es imprescindible en cualquier filmografía.
Puesto #30 de las 200 de Cinemanía.
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