Quizá la comedia romántica sea uno de los géneros más sencillos y al mismo tiempo más complejos de todo el mercado: es muy fácil satisfacer al público, casi tanto como decepcionarlo.
Veo que hay bastantes que intentan innovar un poco. La mayor dificultad probablemente reside en saber hasta dónde se pueden cambiar cosas y cuáles no se deben ni tocar, así que casi todas acaban en un quiero-y-no-puedo, por decirlo de alguna manera.
En ese sentido Eternamente comprometidos resulta extrañamente novedosa y típica, todo al mismo tiempo. Por lo menos así es para mí, que no soy muy aficionada a este género; a lo mejor ese es el problema.
En cualquier caso, lo que nadie podría pasar por alto es que Eternamente comprometidos es extremadamente predecible: no puede haber emoción porque no hay sorpresa, salvo uno o dos detalles sin importancia para la trama. Lo único llamativo, por lo menos para mí, es la forma de representar el paso del tiempo. Si a alguien le da por verla, enseguida sabrá a qué me refiero.
Para películas como esta yo recomiendo buena compañía: por mucho que los conozcas, los comentarios de tus amigos nunca son predecibles.
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