Tarantino es un tipo peculiar, eso ya lo sabíamos todos. Precisamente ahí está su fuerte y el de su cine, tan característico y reconocible.
El debut cinematográfico de un director hoy ya legendario es una apuesta curiosa: el atraco a un banco narrado de una forma indirecta, sólo a través de lo que los miembros de la banda recuerdan y suponen.
Además de este interesante juego creativo, la gracia de Reservoir Dogs es que cada personaje no sabe de los otros más que el color que el jefe de todos les ha asignado. Encima se encuentran con que uno de ellos debe de haberles tendido una trampa: la policía les estaba esperando en el lugar del atraco y ahora, si realmente hay un traidor, el lugar fijado para la posterior reunión no es seguro. Los ánimos están caldeados, la paranoia se siente en el aire. La trama está servida.
Sorpresas y mucha sangre es lo que aguarda al espectador, pero merece la pena ver Reservoir Dogs aunque no seas un incondicional de Tarantino o de las pelis de acción en general. El cine de Tarantino siempre es interesante porque le da un giro a todo: coge el género más trillado que se te pueda venir a la cabeza y le da una vuelta que lo convierte en novedad. A mí, personalmente, eso me impresiona.
Sólo por eso (aunque no es poco) merece la pena ver esta y otras películas de Tarantino. Menos Malditos Bastardos, de esa igual podéis pasar.
Puesto #44 de las 200 de Cinemanía.
Puesto #44 de las 200 de Cinemanía.
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