viernes, 13 de julio de 2012

El proceso

Lo interesante (y por lo que me decidí a leerlo cuando me hablaron de ello en clase) de El proceso de Kafka es la sutileza de la transición hacia lo fantástico de una novela que en principio parece totalmente realista.
El proceso cuenta la historia de un nombre, Josef K., que de pronto es arrestado. Él no sabe el motivo y nosotros tampoco lo llegamos a saber.
El proceso avanza y se vuelve cada vez más absurdo, espeso e impenetrable. De alguna forma, esto se proyecta sobre el lector: esta novela resulta especialmente densa por lo lento y rocambolesco de su desarrollo.
Sin embargo, en su favor debo añadir que la empatía hacia K. es muy fácil de sentir, ya que uno termina igual de confuso, perdido y frustrado que él.
Pero, a pesar de reconocer su calidad, tengo que admitir que El proceso me resultó, con todo, pesado. Un final impactante, eso sí, pero un conjunto pesado.

La edición en particular que he manejado (la que os muestro en la imagen) incluye capítulos incompletos y fragmentos suprimidos por el propio Kafka, así como un par de postfacios escritos por Max Brod, gran amigo del autor y encargado de destruir la obra de éste a su muerte. Se entiende que Brod no cumplió tal misión.
Brod, como explica en el primer postfacio, creía en la genialidad de Kafka más que el propio Kafka. A él debemos que las grandes obras de este autor, como La metamorfosis (algo más llevadera que El proceso), sean hoy conocidas: era él quien hacía ver al torturado escritor la calidad de su obra y le convencía para sacarla a la luz. 
La verdad, casi resultan más gratas estas narraciones que la novela en sí. Desde luego, es muy interesante ver el contexto en el que surge una obra y el proceso de depuración que atraviesa a lo largo de su composición. Además, se nota un cierto afecto.

Para acabar, querría animaros a que leyerais El proceso. Es una obra ciertamente perturbadora y sí, pesada, como ya he dicho. Pero, sabiendo que no es una novela de esparcimiento, merece la pena adentrarse en ella para deleitarse con algunos fragmentos simplemente magistrales. 

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