Moonrise Kingdom es una gran historia de amor en un envoltorio pequeño.
Aunque, para ser sincera, esto me plantea un problema. Recuerdo Moonrise Kingdom, vista hace unas pocas horas, no como una película de amor, sino como la entrañable historia de unos niños que, bueno, se quieren. Sí, su relación es definitivamente romántica, pero su historia demasiado bizarra como para que la recordemos sólo como "una de amor". Así parece una película más de la sección de "comedia dramática" de un videoclub cualquiera y eso no le hace justicia.
¿Qué se puede destacar de Moonrise Kingdom, entonces? ¿Cómo puedo convenceros para que la veáis? No puedo limitarme a enumerar sus muchas virtudes, sobre todo porque la tengo muy reciente, como ya os he dicho.
Voy a limitarme, pues, a deciros que salí del cine con una sensación de paz que lamentablemente no puedo describir, que me reí, que sufrí por los personajes, que se me quedó grabada su banda sonora hasta mucho después de encenderse las luces de la sala.
Eso sí, no puedo marcharme sin antes mencionar su extrañamente peculiar estética, tan característica en la filmografía de Wes Anderson, y esa comicidad, a ratos absurda pero sobre todo sarcástica y mordaz, que tanto me sorprendió ya en Fantástico Mr. Fox.
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