domingo, 2 de marzo de 2014

La gran estafa americana

Creo que todos esperábamos grandes cosas de La gran estafa americana. No es exactamente que esté por debajo de nuestras expectativas, sino que no las sobrepasa. Este es un curiosísimo caso de lo que ocurre con la plena satisfacción: que no satisface.
La gran estafa americana parece una de esas películas que te dejarán unos minutos de más en el asiento, con los ojos abiertos, intentando procesar lo que has visto mientras la luz vuelve poco a poco a la sala. Pero lo que haces al final es recoger tus cosas y marcharte lo más rápido que puedas para evitar las aglomeraciones. 
No es que La gran estafa americana decepcione: es que no emociona. Se queda en un término medio que, no nos engañemos, muchas veces es peor que el extremo más bajo. Vuelvo a repetir que no es una mala película. Su único problema es que no aporta nada relevante a una fórmula más que explotada en Estados Unidos. 
Tengo que decir, eso sí, que algunos de los personajes me parecieron muy interesantes. La pareja protagonista no se limita al típico modelo del que quiere medrar a toda costa. Son humanos: tienen sus lagunas, sus anhelos más allá del dinero, sus defectos y sus virtudes. Es cierto que apenas llegan a desarrollarse (es una pena) pero es un detalle que vale la pena tener en cuenta. Otra cosa es que no lo hayan aprovechado tanto como se habría podido.

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