Para la gente como yo, que crecimos con estas historias, Varitas y estrellas ha sido una experiencia indescriptible. Así que haré lo que pueda.
Puedo deciros que se me pusieron los pelos de punta. Y que me llegaron a doler las manos. Y que hubo un momento en que todo el auditorio sucumbió a lo épico del momento y no pudo contener las ganas de aplaudir; fue espectacular.
Hay algo curioso sobre un concierto así. No es sólo la música lo que nos dan: son también las historias que las acompañaron en su momento. Por eso, a muchos se nos pasaron esas imágenes por la cabeza mientras escuchábamos la música. Sin embargo, hubo un momento, por lo menos para mí, en que esas imágenes empezaron a difuminarse. A partir de ese instante la música ocupó una posición propia, no como mero acompañamiento, sino como entidad aparte, paralela a las películas, con identidad e integridad propias: la esencia misma de más de una generación. Me di cuenta de hasta qué punto la música me ha acompañado a lo largo de todos estos años.
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