Hoy quiero hablaros de una de mis películas favoritas. Es, además, una de las mejores adaptaciones de una novela que he visto en mucho tiempo.
Leí La elegancia del erizo cuando estaba en el instituto y, si no recuerdo mal, ese mismo año en la revista que llevábamos allí me dejaron hablar precisamente sobre este tema, que ya sabéis que me trae de cabeza. No estoy segura de qué otros casos mencionaba, pero sí sé que la impresión de El erizo fue más que positiva.
El otro día, cuando me puse a ver esta película otra vez después de tanto tiempo, tuve miedo de tener la novela demasiado olvidada. Recordaba la idea general, claro, pero lo mejor de esta historia está en los detalles.
Los que hayáis leído esta fantástica novela de Muriel Barbery sabréis la grandísima importancia que tiene la literatura en la historia. Por eso, al enfrentarse por primera vez a la versión cinematográfica, uno puede temer por la integridad del conjunto y la riqueza de aquellas impresiones.
Así que imaginaos mi asombro cuando vi que todo lo que Paloma, la niña protagonista, escribía y discurría en La elegancia del erizo se convertía en El erizo en una película, en un dibujo, en una postal. No podría estar mejor hilado todo.
Por supuesto, no podemos conocer a los personajes del cine en la misma profundidad que los de la novela pero, si os sirve de algo, en el fondo son exactamente los mismos. Por lo menos a mí, por todas estas cosas, El erizo me devolvió la fe en estas adaptaciones.
Leí La elegancia del erizo cuando estaba en el instituto y, si no recuerdo mal, ese mismo año en la revista que llevábamos allí me dejaron hablar precisamente sobre este tema, que ya sabéis que me trae de cabeza. No estoy segura de qué otros casos mencionaba, pero sí sé que la impresión de El erizo fue más que positiva.
El otro día, cuando me puse a ver esta película otra vez después de tanto tiempo, tuve miedo de tener la novela demasiado olvidada. Recordaba la idea general, claro, pero lo mejor de esta historia está en los detalles.
Los que hayáis leído esta fantástica novela de Muriel Barbery sabréis la grandísima importancia que tiene la literatura en la historia. Por eso, al enfrentarse por primera vez a la versión cinematográfica, uno puede temer por la integridad del conjunto y la riqueza de aquellas impresiones.
Así que imaginaos mi asombro cuando vi que todo lo que Paloma, la niña protagonista, escribía y discurría en La elegancia del erizo se convertía en El erizo en una película, en un dibujo, en una postal. No podría estar mejor hilado todo.
Por supuesto, no podemos conocer a los personajes del cine en la misma profundidad que los de la novela pero, si os sirve de algo, en el fondo son exactamente los mismos. Por lo menos a mí, por todas estas cosas, El erizo me devolvió la fe en estas adaptaciones.
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