El crepúsculo de los dioses no se ha convertido en uno de los grandes clásicos de la historia del cine por nada. Tiene, para empezar, todos los ingredientes necesarios para ser una gran historia.
Es cierto que ahora mismo, más de medio siglo después, algunos de sus elementos nos pueden resultar extraños, o que la trama es en algunos puntos casi predecible. Y a pesar de todo, el de El crepúsculo de los dioses es un relato que funciona, sin fisuras, sólido como una roca.
No obstante, tengo que reconocer que a veces me surge un pequeño problema con estas películas: se las ha reelaborado tanto que es imposible no conocer los subproductos que han originado, y eso la mayoría de las veces supone un spoiler en sí mismo. Es una pena, pero la cultura popular a veces es así de traicionera.
Por suerte eso no impide que se puedan disfrutar. El crepúsculo de los dioses, como os digo, es una historia lo bastante buena como para ser así de atemporal por méritos propios. Sobre todo el final, los últimos minutos, son una auténtica obra maestra. Todos lo hemos visto alguna vez, de alguna forma, con otros nombres y otras caras, pero con esta misma idea, que aquí aparece en todo su esplendor. El conjunto, sin embargo, a lo mejor por lo que hemos estado comentando, es ligeramente menos epatante de lo que yo esperaba.
Puesto #55 de las 200 de Cinemanía.
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