jueves, 21 de junio de 2012

Cosas que los nietos deberían saber

Sé que con este post sólo voy a hacerme eco del prólogo del libro, pero es que realmente no queda mucho más que decir. 
Puede parecer que me pongo en contra de los prólogos o de este libro en conjunto. Nada más lejos de la realidad: hay que leer los prólogos (esperando que ninguno te cuente el final del libro, como ya me ocurrió una vez), leer Cosas que los nietos deberían saber y escuchar Eels. Todo a la vez, si podéis.

Ya sabéis que no me gusta hacer sinopsis, que sólo así evito spoilers masivos. Sin embargo, la parte positiva de leer biografías de gente viva es que la historia está ya de por sí sin acabar: no hay ningún final que estropear, lo cual es estupendo para la gente como yo. Claro que esto ocurre pocas veces, todo hay que decirlo.
Es verdad que precisamente por tratarse de una biografía queda poco que contar. Basta con que busquéis "eels", tal cual, en Google y ahí os saldrá todo. O eso imagino, vaya, porque yo busqué sólo su música cuando empecé a leer el libro y para eso recurrí a Facebook y Youtube. 
Vamos, que empecé a leer una autobiografía sin saber que era una autobiografía. ¿Qué me impulsó a hacerme con este libro, entonces? Bueno, leí por encima la sinopsis (que una editorial sí puede y sabe ofrecer) y me pareció interesante. Creo que llegué a leer un par de líneas antes de decidir que Cosas que los nietos deberían saber iba a gustarme. Fue casi amor a primera vista, como quien dice. 
Pensé mientras leía el prólogo que mi falta de información se volvería tarde o temprano contra mí pero una vez más tuve suerte y lo que conseguí fue una sensación de descubrimiento genuina y más que satisfactoria. Eso sí, os recomiendo encarecidamente que oigáis Eels mientras leéis este libro (aunque no sea del todo necesario: un par de horas de escucha y ya tienes la música en la cabeza).

Me encantaría poder hacer un análisis musical de la trayectoria de Eels, pero me temo que me resulta imposible. Tengo por norma no hablar (o hacerlo lo menos posible) sobre aquello de lo que no sé y aunque me encanta la música no considero que tenga los suficientes conocimientos en este campo como para emprender tal tarea. Como suelo decir mientras me encojo de hombros: me quedé en la flauta dulce.
Pasaré a lo que es "lo mío", entonces. 
Normalmente esquivo las biografías. Me parecen en general aburridas, poco más que propaganda en favor de su protagonista. Y las autobiografías ya... a puntito de sacar por fascículos con cualquier revista del corazón. No puedo olvidar, sin embargo, que hace unos años leí la autobiografía de Roald Dahl: Boy. Tenía el mismo tono que sus novelas, el mismo encanto y la misma mirada infantil. Cuando pienso en biografías procuro acordarme de este libro. 
Pero ojo, igual que digo que Boy es una novela preciosa, aviso de que Cosas que los nietos deberían saber no lo es tanto. No lo pretende: ni conmover a nadie, ni excusarse en una vida realmente complicada, ni hacerse publicidad. Es un hombre con algo que contar y punto. 
Rodrigo Fresán viene a decir en el prólogo que el tono de Cosas que los nietos deberían saber y la música de Eels es el mismo: una especie de derrota victoriosa, una mirada esperanzada desde lo más profundo del abismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario