lunes, 30 de enero de 2017

La La Land

Cuando vi La La Land salí del cine casi flotando. Sin embargo, ahora que han pasado unos días me está resultando un poco complicado recuperar aquella sensación.
No es la primera vez que me pasa algo así. La única diferencia es que en esas otras ocasiones escribía el post casi en cuanto llegaba a casa, sin tiempo de haber digerido la película. Es un buen momento para sincerarme: hay entradas en este blog con las que ya no estoy de acuerdo. Con La La Land pretendo hacer las cosas un poco mejor. 
Siempre me parecerá prácticamente magia que una película consiga despertar reacciones tan viscerales pero, ahora que soy un poco más mayor, valoro también que la película en cuestión se quede un tiempo conmigo. La La Land sigue ahí, aunque no de la misma manera. La ingravidez del final ha desaparecido y me ha dejado un poco más triste y un poco más vacía. Ha desaparecido la promesa del sueño en tecnicolor.
La La Land recupera el airín de las películas antiguas sobre una chica que conoce a un chico, y juntos luchan por alcanzar sus objetivos, y todo lo que necesitas es amor, y si te lo propones puedes conseguirlo todo. Pero no es verdad. La La Land lo sabe y pone encima de la mesa que a veces el idilio se tuerce, no porque el destino conspire, sino porque hay cosas que pasan. Sin más. La grandiosidad no era tan grande como nos gustaba imaginar. 
No sabéis lo mucho que agradezco a La La Land su sinceridad. Esta pequeña espera me ha servido para retomar con un poco de criterio aquella inconsciente salida del cine. Creo que ahora, por fin, podría mirar esta película a los ojos, con los pies en la tierra.

sábado, 28 de enero de 2017

Seguridad no garantizada

Tengamos claro desde el principio que Seguridad no garantizada es una película bien rara. Tanto, que hasta me voy a atrever con una pequeña sinopsis. Imaginaos: un reportero y dos becarios investigan el anuncio de un tío que busca un compañero para viajar en el tiempo.
Lo curioso de esta historia es que, mientras la ves, no tienes muy claro en qué género te estás moviendo: el reportaje pretende descubrir la psicosis detrás del anuncio y, al mismo tiempo, el viajero está tan seguro de lo que hace (más que los reporteros) que no te queda otra que creerlo. A mí este juego me encantó; es el encanto inconfundible de la película. Ahora bien, reconozco que antes de conseguir entrar en él la historia se me estaba haciendo un poco pesada. Que eso no os desanime: la espera no es larga y merece toda la pena del mundo. 
Por otra parte, una película que deja lo espectacular en segundo plano sólo se sostiene si los personajes tienen su propio interés. Supongo que me tendría que haber cautivado el desarrollo de la protagonista y el viajero porque, a fin de cuentas, es en sus traumas en lo que profundiza Seguridad no garantizada. Me encantó ver en qué medida toda su personalidad quedaba resumida en la gran pregunta "Si pudieses retroceder en el tiempo, ¿qué cambiarías?" pero en realidad el viaje que me ganó fue el del reportero. Soy la primera sorprendida, de verdad. Jamás habría imaginado que el gilipollas del principio de la película llegaría a partirme del corazón del modo en que lo hizo: en una escena sin palabras, sin mirar a cámara; sólo una distracción y ruido de fondo. A lo mejor es ahí, en ese hacer las cosas hacia la tangente, donde está la esencia de Seguridad no garantizada.

lunes, 23 de enero de 2017

The Strange and Beautiful Sorrows of Ava Lavender, de Leslye Walton

Algunos libros saben convertirse en viejos amigos; es cuestión de conseguir que sea algo personal. 
The Strange and Beautiful Sorrows of Ava Lavender es un libro indescriptible. Una experiencia casi inexplicable. La primera vez que oí hablar de esta novela decían de ella que, al final, no estaba claro si la protagonista tenía alas o no. Una sonrisa confundida acompañaba aquel comentario; esa sí es una reseña elocuente de The Strange and Beautiful Sorrows of Ava Lavender. Me lancé a leer este libro porque, además de que me cuenten historias, en el fondo también me gusta que me confundan. Por eso, hoy más que nunca esquivo cualquier sinopsis; no me veo capaz de hacerle justicia con etiquetas.
Ojo, The Strange and Beautiful Sorrows of Ava Lavender no es una lectura complicada. Juega con los límites de la realidad, sí, pero siempre se mantiene coherente en sus idas y venidas. Leslye Walton escribe maravillosamente bien; parece que le resulta bien sencillo llevar a sus lectores por donde ella decide y hacerlos imaginar justo lo que tiene en mente. 
Ahora bien, con todo el dolor de mi corazón, tengo que reconocer que lo que empezó siendo un relato encantador, único y personal va derivando hacia la clásica historia de fantasmas. El desenlace no sorprende porque una larguísima tradición ya tenía dispuesto el orden de las piezas. Walton le da su toque porque, como digo, sabe muy bien lo que hace pero eso no la salva de haber caído en tantos lugares comunes. Siempre valoraré, sin embargo, que hasta para ser típica The Strange and Beautiful Sorrows of Ava Lavender mantenga su característica esencia. Esta novela fue un absoluto gustazo; eso nada lo puede negar.

The Strange and Beautiful Sorrows of Ava Lavender está ya traducida al castellano como La extraordinaria historia de Ava Lavender pero, por alguna extraña razón, sólo se puede conseguir en papel a través del Círculo de Lectores. Por lo menos yo nunca lo vi en librerías físicas (también es verdad que apenas recuerdo cómo funciona el Círculo de Lectores).

jueves, 19 de enero de 2017

El caballero oscuro

Salí incómoda de Batman Begins pero, antes de que el susto fuese a más, me metí en El caballero oscuro. Fijaos qué viaje emocional están suponiendo estas películas para mí, que me reconcilio con Batman cuando aún estoy rumiando el disgusto.
El caballero oscuro me dio todo lo que había echado en falta en Batman Begins. Es curioso que en buena medida fuese esta película lo que me ayudó a darme cuenta de que Batman Begins me había dejado muy fría. 
No dejo de darle vueltas a una cosa: si no apreciar Batman Begins fue culpa de ya conocer el género, ¿cómo es que nunca pude anticipar nada de lo que ocurría en El caballero oscuro? Pero mejor dejamos el pasado atrás, que de poco sirve lamentarse y además, como suele decirse, las comparaciones son odiosas.
Entramos en materia. Estoy fascinadísima con el conflicto principal de El caballero oscuro o, más exactamente, con la idea que late bajo su superficie. Aunque el Joker de Heath Ledger es aún más brillante de lo que jamás hubiese podido imaginar, lo que más me intriga de esta historia es de qué manera todo se pone al servicio de una idea en principio tan simple como la lucha del bien contra el mal. Sólo Nolan podía contar una historia tan de siempre y conseguir que pareciese personal y totalmente nueva. Y es que El caballero oscuro parte del punto donde se abre la infinita gama de grises que separa el bien del mal. De verdad, la forma en que la historia se enreda sobre sí misma hasta que la tradición apenas es un recuerdo me pareció un golpe de auténtica maestría. 
Tengo muchísimas ganas de ver cómo se resuelve la última entrega de la trilogía. No verla en cuanto acabé esta es una de las muchas maneras que tiene mi subconsciente de volverse contra mí, me temo.

miércoles, 18 de enero de 2017

Batman Begins

Mi amiga del maratón-Marvel me va a matar: cuando por fin le hago un poco de caso y me pongo con la trilogía de Batman de Nolan, resulta que entro con el pie torcido, como quien dice. 
También es verdad -ella misma me lo dijo- que lo malo de haber empezado por todas las películas de Marvel es que ya no puedo valorar Batman Begins como la revolución que supuso en su momento sencillamente porque, a estas alturas, esta historia del nacimiento del héroe la he visto muchas veces (y me empieza a cansar, todo sea dicho). 
En fin, no sirve de nada lamentarse a estas alturas. Vamos al meollo del asunto: si Batman Begins no me dio más es porque sabe a precuela. Entiendo que el objetivo era sentar las bases del héroe, con todas sus luces y sombras, pero con esta película nunca dejé de tener la sensación de que faltaba un conflicto de verdad. Un conflicto que fuese a más, quiero decir: el "villano" de Batman Begins sólo sirve para impulsar al protagonista, como una pincelada más en su carácter. El juego de despiste de los antagonistas del héroe no tuvo (al menos para mí) la fuerza que cabía esperar: uno de ellos queda en agua de borrajas y el otro, no sé, no me pareció tan espectacular. Cuando pienso en este personaje no soy capaz de separarlo de la identidad misma de Batman y, con tan poca autonomía, difícilmente podía impactar por sí solo. 
Además, tanto que estoy hablando del carácter de Batman, lo cierto es que al final de la película él mismo contradice la que en teoría es su máxima. 
En fin, el jugo que le saco a Batman Begins es poco: ni la acción me motiva especialmente ni encuentro a ningún personaje tan bien dibujado como para que me compense. Eso sí, me alegro mucho de haber seguido con la saga. Luego os cuento.

domingo, 15 de enero de 2017

Es un decir, de Jenn Díaz

En su momento me hablaron de Jenn Díaz como una nueva Ana María Matute y, claro, ni me lo pensé. La vida del fan es así.
Era verdad que Es un decir recuerda mucho a la obra de Matute. Jenn Díaz consigue recuperar esa voz infantil, tan inocente como dolida, y darle vida al texto. Leer Es un decir fue como tener a sus protagonistas al lado, contando su historia como en una comida familiar. 
Valoro, no sabéis cuánto, ese aire natural y desenfadado pero no puedo dejar de pensar que, al final, daba la sensación de que todo había ocurrido demasiado rápido. Ojo, soy consciente de que cuando uno cuenta una anécdota lo hace así, como resumiendo y de pasada. En ese sentido, Jenn Díaz hizo un trabajo asombroso en Es un decir. Sólo digo que ir por esa vía supuso adelgazar la trama en cuanto al contenido. 
Ahora bien, en ningún caso se puede decir que Jenn Díaz no intentase contar una historia completa. Recuerdo que me impactó mucho que en la segunda parte de la novela fuese la abuela de la protagonista quien tomase la palabra. Su texto arranca de un pequeño misterio y sirve para contestar a todas las preguntas que nos habíamos ido planteando los lectores y su nieta Mariela. Reconozco que siento debilidad por los textos que, por así decirlo, se justifican a sí mismos. Además, me gustó especialmente porque supuse que Es un decir haría un recorrido por las tres generaciones de la familia para así llegar a dar alguna respuesta al conflicto que abre la novela. Sin embargo, la tercera y última parte recupera la voz infantil del comienzo. El discurso está demasiado logrado como para ser una decepción en sí, pero sí me dio un poco de pena no haber llegado a conocer a la madre de Mariela. 
Recapitulemos esta "reseña" tan extraña, que hasta yo me estoy perdiendo: me gustó lo que leí en Es un decir. El problema, no sé si mío o de quién, es que me sigue pesando lo que no llegué a leer. Creo que es cosa de la estructura, que cuando me pongo cabalística no hay quien me aguante: sólo un ángulo más y me habría quedado satisfecha. Mi dilema ahora es que no sé hasta qué punto tengo derecho a poner en duda las decisiones de otra autora.

sábado, 14 de enero de 2017

El bosque

Empecé a ver El bosque con una idea completamente equivocada y al final el accidente me salió hasta bien. 
Os pongo en situación: estaba convencida de que El bosque era una película de terror. Pensé que había monstruos que atacaban desde los árboles, que lo que iba a ver era persecución, sangre, lucha... El salón de mi casa está en un ángulo muy extraño, muy vulnerable a cualquier artimaña de una imaginación activa, así que sólo me atrevo a pasar miedo si hay luz natural. Siempre dije que era una cagada para estas cosas; sé que aún necesito esta pequeña red de seguridad. 
Como veis, lo tenía todo perfectamente calculado. Total, para que oscureciese sin darme cuenta de nada. Quedé tan atrapada en la atmósfera de El bosque que todo lo demás desapareció; bien alegre le decía yo adiós. 
Es aquí donde se me complica el post. Lo último que quiero es estropearle a nadie la experiencia de esta película, así que no puedo entrar en detalles. Sí podría aclarar que El bosque no es una película de terror. Hay algo inquietante en ella, sí, pero no va en la dirección que yo misma suponía al principio. Los monstruos nunca estuvieron donde imaginábamos. Donde queríamos que estuvieran. 
El giro final me dejó de piedra. Nunca más podré moverme como antes de ver El bosque.

viernes, 13 de enero de 2017

The Handmaid´s Tale, de Margaret Atwood

A ver, respiremos hondo. 
Siempre supe que The Handmaid´s Tale iba a ser una lectura incómoda. Antes de meterme de lleno en esta novela sólo sabía que la protagonista era una mujer "obligada" a tener hijos. Una especie de incubadora, ni siquiera una madre de alquiler. En esa idea, escasa y casi equivocada, ya intuía la atmósfera cargada y angustiosa que, efectivamente, acabaría dominando The Handmaid´s Tale 
Evidentemente, lo que se cuenta en esta novela no es real. Pero podría serlo. En sus ratos de soledad, la protagonista recuerda cómo era la vida que ella conoció antes de ser criada: piensa en su marido, su hija, su trabajo..., y todo lo que ha desaparecido. Sin embargo, no ocurrió todo de pronto: aunque muchas veces piensa en ello e intenta reconstruirlo, el personaje no es capaz de ubicar un "cataclismo" que torciese todo, sólo algunos detalles que lo fueron anunciando. Lo que más me impactó de todo eso, más que la descripción de este nuevo mundo y todo lo que supone (especialmente para las mujeres), fue que nadie quiso darle importancia a todo lo que empezaba a torcerse. "Vaya, qué contrariedad. No te preocupes, yo cuidaré de vosotras". Y se quedaron ahí quietos, esperando a que todo se arreglase solo. 
El cataclismo de The Handmaid´s Tale somos nosotros. Podemos elegir leer esta novela como una distopía de ciencia ficción pero, no lo olvidéis, en un momento dado nos enfrenta con nuestro propio retrato y se transforma en una historia de terror.

Un detalle que me intriga: The Handmaid´s Tale está traducida al español como El cuento de la criada pero lleva años descatalogada. Sólo encontré ediciones españolas a un precio absolutamente desorbitado. ¿Alguien sabe por qué? Por lo menos en bibliotecas es fácil de encontrar, eso sí.
Por cierto, hace unos días se publicó el teaser de la serie que Hulu produce basada en The Handmaid´s Tale. Se estrenará el 26 de abril. De momento tiene una pinta estupenda. 

ACTUALIZACIÓN (30/04/2017). Estaba terriblemente mal informada cuando escribí este post: no tenía ni idea de que Salamandra iba a reeditar El cuento de la criada (aprovechando, imagino, el estreno de la serie). Ahora sí podéis encontrar esta novela en cualquier librería. Qué emoción verla convertirse en un fenómeno de masas. 

jueves, 12 de enero de 2017

William Goldman y La princesa prometida


Claro que me habría encantado ser una persona ordenada y razonable para haber escrito sobre La princesa prometida con calma, sin influencias ni presiones añadidas (como si hablar de un clásico contemporáneo no fuese complicado de por sí). El "problema" es que después de ver La princesa prometida entré en un bucle de fenómeno fan tal que, cuando me quise dar cuenta, llevaba media novela. Mi intención era hablar de película y libro por separado pero hace tiempo que eso dejó de ser posible. Aunque, bien mirado, el siniestro total de mi calendario me da la oportunidad de hablar de lo maravillosa que es La princesa prometida como adaptación. 
Lo digo muy convencida, y me mantengo firme, pero debo reconocer que todo depende de las prioridades de cada lector. Para mí es primordial que se mantenga la esencia, aun a costa de los detalles, y que la película pueda independizarse del texto. ¿De qué sirve repetir exactamente lo mismo? El cine ofrece recursos que la literatura no tiene, y al revés; no veo por qué una adaptación no debería beneficiarse de ello. 
Y eso que, curiosamente, la mecánica de la novela de William Goldman no es tan distinta de la de su película: en el texto también aparece un niño enfermo al que leen un cuento, sólo que se trata del propio escritor. Es saber que el cuento de su infancia no se corresponde con "La princesa prometida de S. Morgenstern" lo que empuja a Goldman a reconstruir la versión de su feliz memoria. Ese texto, con los cortes de Goldman, sus explicaciones y otras anécdotas, es el que leemos en La princesa prometida. Qué gozada poder ser Goldman-niño, Goldman-adulto y el niño de la película al mismo tiempo. Qué experiencia.
En cuanto a la historia de Westley y Buttercup, poco queda por decir. Soy consciente de que la película deja algunas pequeñas lagunas, sobre todo en lo que respecta a las relaciones entre personajes, pero el encanto de La princesa prometida no se resiente. Aunque no estoy muy orgullosa de ello, reconozco que siempre lo atribuí a su propio carácter de cuento de hadas. Luego me llevé una gratísima sorpresa cuando me lo encontré todo explicado en la novela; ahí aprendí a no subestimar a Goldman.
Sin embargo, nunca llegaré a entender hasta qué punto compensaba incluir esa especie de epílogo en La princesa prometida. Fue muy divertido seguir la historia con los incisos del autor pero es una pena romper el encanto del desenlace tan de cuento de la trama de Morgenstern. En ese sentido, la película logra un final más redondo, más satisfactorio. No siempre hace falta saberlo todo. 

Vaiana

Ya no sé qué fue pero algo en Vaiana (que tristemente resuena un poco menos que Moana) me cautivó por completo. No sé si fue el primer teaser, el argumento cuando al fin se supo... De poco sirve darle vueltas porque lo más seguro es que fuese el mar. 
Imaginaos lo que es para una niña como yo lo fui que una princesa Disney vaya y se haga a la mar. Ojalá pudiese volver un momento a los noventa y hablarle de los maravillosos personajes que llegaría a ver algún día. Por suerte, de eso todavía me puedo alegrar, incluso a mi edad.
Es que, cuanto más lo pienso, más agradezco una protagonista como Vaiana. Recuerdo que una de las primeras críticas sobre esta película decía que Vaiana no ofrecía una historia nueva, ni mucho menos, pero sí un personaje diferente: Vaiana es una heroína que duda. Y eso, que parece su momento menos ilustre, sostiene el punto de inflexión que supone Vaiana. No estoy hablando de la clásica escena pesimista justo antes de que todo se resuelva, sino de que Vaiana se reconoce superada por las circunstancias y tiene la opción de retirarse. Vaiana no es una adolescente con el  peso del mundo sobre los hombros: ella asume una responsabilidad y, en un momento dado, decide seguir adelante hasta sus últimas consecuencias. No la guía un destino suicida, sino un madurísimo sentido del deber. Sólo por esa escena ya merecería la pena ver Vaiana
Estoy haciendo que parezca una película tremendamente seria, y no fue esa la sensación que saqué de la sala. La verdad es que Vaiana como película es mucho más equilibrada que esta reseña (o lo que sea; nunca tendré claro a qué me dedico en este blog) y deja tiempo para todo: para reír, para llorar, para tener miedo... Su maravillosa banda sonora ilustra a la perfección esta variedad de registros pero no soy capaz de decantarme por una sola canción y no quiero sobrecargar este post. Si os pica la curiosidad procurad evitar clips de la película porque podríais destripar unos cuantos giros de la historia. No se me ocurre mejor excusa para verla en cines, por otra parte.