Ser el protagonista de una película siempre es raro. Y más cuando no llegas a decir una sola palabra. Porque eres un caballo en una película no dirigida a un público infantil, no por otra cosa.
Es que, ¿qué es ser protagonista? Ya sabemos que no tiene por qué pasar por dar nombre a la película. Tampoco debe ser por el diálogo ni por lo que uno haga. En una película como War Horse parece que se trata simple y llanamente de ser el hilo conductor de una serie de historias.
No me voy a parar a contarlas porque se acaban convirtiendo en una serie de catastróficas desdichas. Además, ya sabéis que valoro poco este tipo de resúmenes. A mí lo que me pareció más interesante, más que esas historias, fue que el caballo, Joey, relacionaba a todas las personas que daban con él de una forma que ninguno hubiese sospechado, ni siquiera el espectador: demostraba que, a pesar de las circunstancias, podía haber puntos de acuerdo. Hay una escena genial que condensa todo esto. No os digo cuál; es mejor que os llevéis una sorpresa.
Así que, en resumen, War Horse es una película muy guapa, muy tierna. No se regodea en las carnicerías de la guerra, por si a alguno se le resisten esas escenas. Tampoco cae en el uso absurdo de la voz en off, aunque muchas películas con protagonistas animales lo acaban haciendo. Y está bien hecha. La historia está bien contada, el ritmo es bueno...
Debería haberme encantado, pero no ha sido así. Por supuesto ahora mismo estoy hablando de una mera cuestión de gustos, no es una pega para War Horse. Es sólo que a veces una película no te impacta tanto, sin más. Creo que este es el único residuo palpable de la conciencia de género que tuve una vez.
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