Creo que no estaba preparada para esto. Creo que no estoy acostumbrada a estos niveles de... de... No sé, de cosas como El día de la bestia. Creo que nunca antes había visto una película tan absolutamente delirante como esta. Lo peor es que, en medio de todo ese absurdo, la idea tiene sentido: no hay forma de escapar de esta locura porque tiene sentido. En serio, lo tiene.
Está lejos de ser el tipo de película que yo suelo ver. Si me decidí fue porque se dice, según tengo entendido, que es una joyita del cine español. Además, la echaban por televisión en un canal sin anuncios; estas oportunidades hay que aprovecharlas. Y ya sabéis cómo funcionamos en este blog: la costumbre es lanzarse a una película sin saber de qué va. Es cierto que en un caso como este hay poco margen para especular pero aún así...
Desde el principio se plantea la cuestión principal: el 25 de diciembre nacerá el anticristo y la consecuencia será, al parecer, el fin del mundo. Esto es lo que sabía antes de ver El día de la bestia. Hasta ahí bien. Quién me iba a decir todo lo que habría antes de eso. No sabría haceros un resumen decente. Y tampoco lo haría si pudiese, ya lo sabéis. Creo que tiene más encanto saber menos, sobre todo en un caso como este, en el que lo mejor es ir viendo la conexión entre tanto despropósito.
Al final del todo, El día de la bestia forma una imagen y una lógica propias. Y, como digo, a pesar de lo absurdo de cada detalle por sí solo, este particular funcionamiento hace que la lógica convencional se tambalee. Aún no sé cuándo se pasan los efectos, la verdad.