Aquí ni príncipe azul ni cuentos. Esta es una historia sin complejos, sin artificios. ¿Para qué más?
De vez en cuando me da por hacer apología del cine español, como habréis podido comprobar más de una vez en este blog (y aún es posible que se me pasen algunos ejemplos). En esos casos la gente tiene tan poca fe en nuestro cine que me piden una lista de sólo tres buenas películas españolas. Que se mueran los feos siempre aparece en esa lista.
Puede que no sea impresionante, pero tampoco necesita serlo: en la sencillez está su toque. Claro que algunos, oh intelectuales, a lo mejor la encuentran excesivamente simplona; eso ya va en gustos. Yo siempre intento reivindicar que el cine está, ante todo, para entretener y emocionar, y Que se mueran los feos lo logra con creces. ¿Para qué más?
De vez en cuando me da por hacer apología del cine español, como habréis podido comprobar más de una vez en este blog (y aún es posible que se me pasen algunos ejemplos). En esos casos la gente tiene tan poca fe en nuestro cine que me piden una lista de sólo tres buenas películas españolas. Que se mueran los feos siempre aparece en esa lista.
Puede que no sea impresionante, pero tampoco necesita serlo: en la sencillez está su toque. Claro que algunos, oh intelectuales, a lo mejor la encuentran excesivamente simplona; eso ya va en gustos. Yo siempre intento reivindicar que el cine está, ante todo, para entretener y emocionar, y Que se mueran los feos lo logra con creces. ¿Para qué más?
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