Pues siguiendo con este completamente accidental maratón de cine de animación (nunca habría salido tan bien si esta hubiese sido mi intención desde el principio), vamos a hablar de Monstruos University.
Dejemos a un lado la pseudotraducción del título para remontarnos doce años en el tiempo, cuando Pixar se decidía a tirar por tierra las ideas sobre monstruos que teníamos entonces, tiernos infantes como éramos.
Nunca supe exactamente por qué, pero Monstruos S.A. es una de las películas que recuerdo con más ternura de aquellos tiempos. Por eso, os podréis imaginar que no sabía muy bien cómo reaccionar ante la noticia de una segunda parte. Por un lado, quería saber qué ocurría después de que se encendiese aquel piloto rojo que tan de cabeza nos trajo a una generación entera; por otro, tenía miedo al desastre.
Finalmente llegó a nuestros cines Monstruos University, que optó por no meterse en demasiados problemas evitando continuar aquella historia, inacabada pero coherente a más no poder.
Así que me planté con unas amigas en el cine esperando encontrarme la típica película americana sobre universitarios. Y realmente lo es, si te paras a pensarlo. Monstruos University sigue en la línea de su predecesora: combina los tópicos monstruosos a los que ya estábamos acostumbrados con la desvariante imagen de la Universidad que tantas películas antes que esta nos han legado. El resultado no puede ser inquietante porque sus partes no se contradicen: Monstruos University tiene su propio sentido, igual que Monstruos S.A. en su época.
Con todo, tengo que reconocer que no me pareció sorprendente; no agotó la fórmula de su predecesora pero tampoco la renovó. Tienen poco espacio para ensanchar esta franquicia, si se deciden a hacerlo otra vez.
Eso sí, tengo que reconocer que el final me encantó. La película (y mis propios prejuicios, todo hay que decirlo) parece encaminarse hacia el final más típico y previsible pero, en los últimos minutos, lo retuerce todo, gira sobre sí misma, y sorprende. Puede que no sea una sorpresa agradable pero sí muy digna.
Por cierto, os recuerdo que ver películas de Pixar en el cine lleva sorpresa: un corto antes del comienzo de la misma. Esta vez tocó Blue Umbrella, que llevaba tiempo buscando (sin éxito).
Como ya me ha pasado anteriormente, apenas tengo palabras para describir lo bello de este corto. Sólo os diré que son unos minutos de la más pura poesía urbana. Simple, pero arrollador.
Dejemos a un lado la pseudotraducción del título para remontarnos doce años en el tiempo, cuando Pixar se decidía a tirar por tierra las ideas sobre monstruos que teníamos entonces, tiernos infantes como éramos.
Nunca supe exactamente por qué, pero Monstruos S.A. es una de las películas que recuerdo con más ternura de aquellos tiempos. Por eso, os podréis imaginar que no sabía muy bien cómo reaccionar ante la noticia de una segunda parte. Por un lado, quería saber qué ocurría después de que se encendiese aquel piloto rojo que tan de cabeza nos trajo a una generación entera; por otro, tenía miedo al desastre.
Finalmente llegó a nuestros cines Monstruos University, que optó por no meterse en demasiados problemas evitando continuar aquella historia, inacabada pero coherente a más no poder.
Así que me planté con unas amigas en el cine esperando encontrarme la típica película americana sobre universitarios. Y realmente lo es, si te paras a pensarlo. Monstruos University sigue en la línea de su predecesora: combina los tópicos monstruosos a los que ya estábamos acostumbrados con la desvariante imagen de la Universidad que tantas películas antes que esta nos han legado. El resultado no puede ser inquietante porque sus partes no se contradicen: Monstruos University tiene su propio sentido, igual que Monstruos S.A. en su época.
Con todo, tengo que reconocer que no me pareció sorprendente; no agotó la fórmula de su predecesora pero tampoco la renovó. Tienen poco espacio para ensanchar esta franquicia, si se deciden a hacerlo otra vez.
Eso sí, tengo que reconocer que el final me encantó. La película (y mis propios prejuicios, todo hay que decirlo) parece encaminarse hacia el final más típico y previsible pero, en los últimos minutos, lo retuerce todo, gira sobre sí misma, y sorprende. Puede que no sea una sorpresa agradable pero sí muy digna.
Por cierto, os recuerdo que ver películas de Pixar en el cine lleva sorpresa: un corto antes del comienzo de la misma. Esta vez tocó Blue Umbrella, que llevaba tiempo buscando (sin éxito).
Como ya me ha pasado anteriormente, apenas tengo palabras para describir lo bello de este corto. Sólo os diré que son unos minutos de la más pura poesía urbana. Simple, pero arrollador.
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