domingo, 27 de enero de 2013

El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio

Hace tiempo que me hablan en clase de técnicas que hacen desaparecer al escritor de su obra; una especie de escapismo narrativo, como quien dice. Nunca me había parecido del todo posible hasta que leí El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio. Juro que sólo hay un párrafo en toda la novela en la que Ferlosio parece dar su opinión sobre algo y ni siquiera se puede llamar "opinión". En serio, es alucinante. 
Claro que esta misma cualidad, que convierte la novela en una obra importante de la literatura española, puede llamarse también "desapasionamiento". 
Gustará más o menos en función de lo acostumbrado que se esté a la intervención del narrador en la lectura, aunque en ningún caso cabe duda de que se ha ganado su puesto en la historia. Para mí, personalmente, ha sido una lectura a veces perturbadora porque suelo leer libros en los que el narrador es casi un personaje más. Sin embargo, el pasmo que su ausencia me producía convivió durante todo el proceso con la admiración hacia el autor: nunca antes había visto el habla oral mejor recogida, y eso que he dado con un montón de monólogos.
El Jarama se parece muy poco a las novelas que yo suelo leer, la verdad, pero el cambio ha sido interesante. No puede llegar a emocionarme tanto como otras por lo que os comentaba antes, pero no creo que me olvide de ella, ni mucho menos; sé que volveré a leerla unas cuantas veces más. Será el baño en el río para una persona acostumbrada al mar. 

1 comentario:

  1. Guay, guay. :)

    Otro librón estás leyendo ahora. De ese sí que te puedo dar opinión porque sí que lo leí.

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