Esta es la segunda vez que leo El amante bilingüe y, la verdad, he podido valorar muchos detalles que en su momento prácticamente ignoré. Ya os comenté en otro post hace tiempo que Juan Marsé no es un autor precisamente simple, por lo que muchas veces se hace necesaria una segunda lectura, siempre más jugosa que la primera y menos que la tercera.
El amante bilingüe es un retrato sobre el cambio, pero un cambio más parecido a una metamorfosis, una especialmente dolorosa. Es como dice Antonio Machado en la cita que precede a la novela: "Lo esencial carnavalesco no es ponerse careta, sino quitarse la cara". El amante bilingüe recoge este cambio, que no es sino la desaparición del propio personaje, Joan Marés.
Durante el proceso casi podrían advertirse algunos toques de realismo mágico. Al principio de todo esto sí se desprende una cierta alarma: algo extraño está ocurriendo, Marés lo sabe y nosotros también. Sin embargo, con el tiempo ambos lo aceptamos y asumimos como normal; lo extraordinario de esta transformación ya es parte de Marés. Ahí, justo en este momento, su vida puede darse por terminada, aunque eso de momento no lo sabemos.
Predomina, ante todo, la calma con la que estos hechos se nos relatan. Los detalles y los juegos de manos, ambos a un tiempo, empapan la atmósfera de una falsa y mágica realidad que vamos absorbiendo hasta que nosotros también estamos perdidos.
Claro que para nosotros eso no es tan malo como para Marés. Sólo es un síntoma más del apabullante nivel de Marsé como narrador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario