Parece que hoy la cosa va de asuntos pendientes.
A lo largo de mi infancia y adolescencia me han quedado algunas películas siempre a medias. Por ejemplo: Sleepy Hollow y, como os podréis imaginar, Nido de cuervos. Claro que entonces, como solía ocurrirme, no sabía cómo se titulaba lo que estaba viendo. Adivinad: también la vi esta semana. Esta vez ya presté atención al título eh.
El caso de Nido de cuervos es algo distinto al de Hijos de los hombres que os comentaba en el post anterior: yo ya había visto buena parte de la película, sabía de qué iba y más o menos cómo se iba desarrollando.
Pero, y aquí empieza lo extraño, entonces me fascinaba. A lo mejor no planteaba una historia tan peculiar como la de Hijos de los hombres pero a mí me llamaba muchísimo la atención. Iba sobre un abogado que ya no ejercía que un buen día conocía a un anciano. Un anciano cualquiera, en apariencia, pero que había escrito un libro sobre una serie de asesinatos. El abogado quedó al momento prendido de la historia y, viendo que tan rápido como había llegado a su vida el anciano la había dejado, decidió que podía publicar el libro y hacerlo pasar por suyo. Sus problemas comienzan cuando se descubre que los asesinatos descritos ocurrieron de verdad.
Todavía hoy, mientras resumo el argumento, me parece interesante. Eso sí, no puedo ignorar que no está tan bien aprovechado como prometía en principio. Al final se queda en poco más que un telefilm; una historia que, cuanto más se enreda, menos sentido tiene. Ni siquiera aprovecharon el final: continuaron a partir de un momento que, en mi opinión, como final resultaba perfecto.
Después de esto, sólo puedo decir que me da un poco de pena Cuba Gooding Jr. Creo que le pasa más o menos lo mismo que a Michael Fassbender: no son malos actores; es sólo que no saben elegir sus proyectos.
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