Normalmente, cuando una película está basada en un libro, me gusta empezar por el libro. Sin embargo, en el caso de Hijos de los hombres, adaptación de la novela homónima de P. D. James, no pude aguantarme. Ya, ya sé que no es una película reciente pero, qué queréis, en todo este tiempo han ido surgiendo cosas y, a lo tonto y a lo bobo, me fui olvidando de Hijos de los hombres. Esta semana por fin, aprovechando que la echaban por televisión, la vi.
Si os soy sincera, todavía estoy reflexionando sobre ella, especialmente sobre la importancia de las expectativas a la hora de ver algo nuevo, un factor muy a tener en cuenta en este caso.
Hijos de los hombres se sitúa en el año 2027, un futuro en el que ya no hay niños. Una misteriosa esterilidad se extendió como una plaga por todo el planeta en la primera década del siglo XXI. Nadie sabe por qué ni cómo arreglarlo, pero todo se está desmoronando: en el Reino Unido, donde se desarrolla la acción de la película, los no-nacidos en el país son recluidos en ciudades de basura y considerados algo menos que descastados. Mientras, un grupo de insurgentes lucha por cambiar las cosas.
De pronto, aparece en escena una joven embarazada. Ella y su hijo son el símbolo que la resistencia pretende utilizar para unir a toda la población y rebelarse contra el sistema.
Todo acaba malográndose, claro, pero el planteamiento, así de entrada, resulta bastante interesante.
Y después de todo este prólogo, ¿realmente me gustó Hijos de los hombres? Hombre, me entretuvo. No es el peliculón que yo me esperaba ni el desastre que parece después de leer esto. De verdad, tiene unos puntazos por los que vale la pena verla aunque no es lo mejor del mundo. Tiene casi tantas lagunas como puntazos, que tampoco está tan mal.
Ya os comentaré qué tal el libro cuando lo lea.
Si os soy sincera, todavía estoy reflexionando sobre ella, especialmente sobre la importancia de las expectativas a la hora de ver algo nuevo, un factor muy a tener en cuenta en este caso.
Hijos de los hombres se sitúa en el año 2027, un futuro en el que ya no hay niños. Una misteriosa esterilidad se extendió como una plaga por todo el planeta en la primera década del siglo XXI. Nadie sabe por qué ni cómo arreglarlo, pero todo se está desmoronando: en el Reino Unido, donde se desarrolla la acción de la película, los no-nacidos en el país son recluidos en ciudades de basura y considerados algo menos que descastados. Mientras, un grupo de insurgentes lucha por cambiar las cosas.
De pronto, aparece en escena una joven embarazada. Ella y su hijo son el símbolo que la resistencia pretende utilizar para unir a toda la población y rebelarse contra el sistema.
Todo acaba malográndose, claro, pero el planteamiento, así de entrada, resulta bastante interesante.
Y después de todo este prólogo, ¿realmente me gustó Hijos de los hombres? Hombre, me entretuvo. No es el peliculón que yo me esperaba ni el desastre que parece después de leer esto. De verdad, tiene unos puntazos por los que vale la pena verla aunque no es lo mejor del mundo. Tiene casi tantas lagunas como puntazos, que tampoco está tan mal.
Ya os comentaré qué tal el libro cuando lo lea.
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