miércoles, 28 de octubre de 2015

Agent Carter (T1)

Creo que fue la rabia lo que me trajo a Agent Carter. Después de ver La era de Ultrón necesitaba ver un personaje femenino tratado con un poco de respeto, cariño y ética.
Fue la misma persona que me montó el maratón de Marvel la que me habló de Agent Carter (no podría haber sido de otra manera) pero entonces no le hice mucho caso. A lo mejor es cierto que hay un momento para cada cosa, incluso para una serie. En ese sentido, llego a Agent Carter justo cuando más necesitaba un personaje como Peggy Carter.
Agent Carter se desarrolla tras los acontecimientos relatados en Capitán América, con todo lo que ello supone para la protagonista: es una veterana de guerra que se ve de pronto en una situación en que sus méritos y su trabajo importan mucho menos que su sexo. Resulta descorazonador ver cómo fracasan sus intentos por convertirse en una igual ante sus compañeros. Es una realidad muy dolorosa que se cuela en este paréntesis de ciencia ficción, pero no por ello es menos necesaria. Al fin y al cabo, todo cambio empieza por un retrato. 
Lo que más agradezco de esta serie es que esa faceta no hace sombra a la humanidad de Carter: llorar la pérdida de un ser querido no la hace más débil ni la convierte en una agente menos capaz. Hacía mucho tiempo que necesitaba que a un personaje femenino se le permitiese ser así de real. 

viernes, 23 de octubre de 2015

Los vengadores. La era de Ultrón

Cuando oigo hablar tan mal de una película, siempre la acabo viendo con miedo: miedo de no poder apreciarla por todo lo bueno que tenga, miedo de ser demasiado indulgente.
Por suerte, mi problema con La era de Ultrón acabó siendo otro completamente distinto. Es algo tan visceral que sé que sólo puede venir de mí. En cierto modo, es casi un alivio. 
Pero empecemos por un principio menos amargo. Recuerdo que ya en los inicios de aquel maratón veraniego me quedé de piedra cuando vi lo que Marvel tenía preparado para sus villanos. Me alegra muchísimo que haya sido una de sus constantes a lo largo de todas estas películas. No sé si yo había entendido mal el género o no lo conocía bien, pero cuando empezamos aquel maratón esperaba más de aquellas dicotomías tan claras que casi resultaban ofensivas. No sé si algún día conseguiré explicar en condiciones lo mucho que valoro este esfuerzo por crear personajes tan humanos. 
La era de Ultrón no defrauda en ese sentido. Me entusiasmó la idea de tomar un deseo tan heroico y retorcerlo hasta dejarlo irreconocible. Bueno, no "irreconocible": Ultrón tiene algo que resulta muy familiar, y eso es lo más escalofriante (y brillante) de todo. Claro, esta familiaridad tan sutil pero tan potente se consigue después de muchas películas ahondando en el personaje. Creo que el trabajo de Marvel en lo que respecta a este punto es impecable. 
Por eso me molesta tanto que a otros personajes se les empuje hacia el camino más cómodo (casi diría perezoso). ¿Qué es eso de una vida secreta? ¿Qué despropósito de romance es este? Esto no es profundizar, ni siquiera añadir información: para que tenga sentido y un poco de contundencia, tiene que haber algo en el pasado que lo pueda respaldar, que tenga un poco de relación. Por amor de dios... En Marvel saben hacerlo mucho mejor. ¿Por qué no han querido hacerlo?

domingo, 18 de octubre de 2015

Gilead, de Marilynne Robinson

No os hacéis idea de lo mucho que sentí terminar este libro. La verdad es que nunca me había pasado esto antes. Supongo que normalmente me puede el deseo de saber cómo acaba todo, así que no me preocupo tanto por lo que dejo atrás. 
Claro que eso sólo funciona cuando lo que te cuentan es una aventura. Iba a decir "historia" pero tuve que borrar a mitad de palabra. Llevo un rato contemplando este párrafo y aún no sé cómo describir Gilead. Sólo tengo claro que me recuerda mucho a Yo serví al rey de Inglaterra. Ahora me doy cuenta de que esa novela siempre será para mí un referente de todos estos maravillosos desvíos literarios. 
Para que os hagáis una idea, Gilead es la carta que un padre escribe a su hijo porque sabe que es ya demasiado anciano para verlo crecer. Lo sensacional de este libro es que no hay ningún tipo de intermediario: lo que tienes entre manos es esa misma carta. No hay cajas polvorientas en el desván ni descubrimientos afortunados: Marilynne Robinson no necesita adornar la realidad ni plantear misterios donde no los hay; con Gilead nos entrega la carta en mano y con eso es más que suficiente. 
No deja de ser curioso que haya escrito "realidad". Lo hice sin darme cuenta pero voy a dejarlo tal cual está, aunque soy la primera sorprendida. Creo que ya lo dije algunas veces: me da lo mismo que un letrero bien gordo pregone que la película o el libro que sea está basado en hechos reales porque me lo voy a tomar igualmente como ficción. Además de ser la única manera que tengo de sobrellevar la oleada de biopics de estos últimos años, sinceramente creo que toda reelaboración de una historia supone un grado de ficcionalización suficiente como para que la realidad ya sea otra cosa distinta. 
Pero Gilead hace con todo eso lo que quiere. Aunque siempre supe que no era real, mientras lo leía se me olvidaba. No sé cómo describirlo mejor. Gilead tiene una voz tan genuina que es difícil no perderse. Era inevitable, pero sigo un poco triste por haberme encontrado. 

Los juegos del hambre. Sinsajo I


Justo cuando iba a ver Sinsajo I, una amiga me dijo que esta era, para ella, la película más floja de las tres. Si no recuerdo mal, uno de sus mayores problemas era que suponía un giro demasiado brusco. Puede que yo partiese con ventaja en ese aspecto porque ya había leído cómo cambiaba la situación. Mi amiga, en cambio, se dio de bruces con una situación completamente nueva. 
De todas formas, este tipo de transiciones siempre son complicadas para todos porque suponen retroceder hasta la escasa tensión de las planteamientos iniciales en un momento en que tanto los personajes como los lectores (o espectadores, eso es lo de menos) sienten sobre ellos la espada de Damocles. En ese sentido, entiendo perfectamente la incomodidad de mi amiga. 
Así llegamos a un problema que de momento no he podido comentarle. Este sería un buen momento para que quien no haya leído Sinsajo o no haya visto esta película cierre esta ventana. 
Desde el principio intenté ser consciente de que los cambios son necesarios. A veces, como dije a propósito de Los juegos del hambre, algunas pequeñas modificaciones pueden aportar detalles estupendos e inesperados; un auténtico regalo, oye. Pero este es un terreno peligroso: en una situación como la que se presenta en Sinsajo, una pincelada dada a medias puede acabar tergiversando toda la verdad. Me refiero, por no marear más la perdiz, al retrato del Distrito 13 y de Coin, su líder. 
Llevo todo el párrafo dándole vueltas a la cuestión más importante: ¿qué es lo que me incomoda de esa imagen? Sé que no era lo que yo me esperaba: había imaginado el Distrito 13 como una sociedad más militarizada, más fría y más rígida. En Sinsajo I, en cambio, la sensación que predomina es la de una resistencia noble y justa. Como si los bandos opuestos estuviesen muy claros. Creo que esto me choca porque lo que más me gustó de Sinsajo fue precisamente que esa frontera ya no tenía sentido. 
Ahora bien, supongo que debería tener en cuenta que Sinsajo se ha dividido en dos películas distintas. Es posible que todo esto sirva para que el final sea más espectacular... Mejor dejo esta cuestión en pausa, entonces. Ya veremos qué ocurre en Sinsajo II
Lo que sí puedo decir, incluso ahora, es que no me convence el final de esta película. Esta es una buena muestra de lo que ocurre cuando las conclusiones se dividen en dos: la primera mitad necesita un nuevo schock. Es cierto que en Sinsajo ya ocurría algo de ese calibre antes de llegar al gran final pero la gracia estaba, precisamente, en que todo ocurría al margen de Katniss. En la novela se echaba en falta algo más, no diré que no, pero era incluso refrescante que Katniss no fuese por una vez la heroína absoluta: que incluso ella necesitase descansar es uno de los detalles más humanos de la novela. Es una pena que se haya perdido en la película.  

sábado, 17 de octubre de 2015

Los juegos del hambre. En llamas


Recuerdo que en su momento En llamas me sorprendió por su sentido del humor. No es que sea una novela divertida per se: es que Suzanne Collins permitió a sus personajes reírse de sí mismos incluso cuando parecía totalmente fuera de lugar. ¿Y por qué no? Bien mirado, esto es lo que los hace más creíbles. Dejemos la coherencia para los personajes mientras las salidas de tono sacan a las personas del papel. 
Lo que pasa es que esto no aparece en la película. Supongo que, en el paso de la novela al cine, esto era algo que no se podía mantener. Creo que soy tan "benévola" porque En llamas, con todo, sigue siendo una adaptación muy inteligente, casi tanto como Los juegos del hambre. Lo único que echo en falta es esa chispita que sí aparece en el libro. 
Pero bueno, realmente no puedo quejarme: la historia está ahí, se sostiene por sí sola, camina segura. Incluso se puede palpar el miedo de Katniss y también la tensión que va creciendo en el ambiente. En ese sentido, En llamas es seguramente la película más dura de toda la saga (al menos de momento). Y es muy lógico que lo sea, no me entendáis mal: no reprocho cómo se construye esa tensión; sólo me escama que sea algo tan constante cuando en el libro se vio que no lo era, al menos no necesariamente. Sé que a una película no se le puede pedir lo mismo que a una novela pero, en este caso, tengo la sensación de que los personajes acabaron demasiado enredados en sus aventuras y se perdieron en el bosque.

domingo, 4 de octubre de 2015

Hannibal (T3)


No voy a intentar disimular: que cancelen Hannibal es poco menos que una tragedia. 
Me habían dicho que el final de esta tercera temporada servía bien como fin de serie, aunque aún mantenía abierta la puerta a una continuación. Y no es que no sea cierto: el final de la tercera temporada ha sido plenamente satisfactorio y brillante en todos los sentidos. Si me angustia que la serie acabe aquí es porque seguía siendo igual de espectacular que al principio.
Por lo que he podido ver, las terceras temporadas suelen ser un poco "complicadas" porque tienden a recuperar un conflicto que ya se creía resuelto en la primera. Hannibal no elude ese tradicional retorno, pero lo hace a su manera: aprovecha la ocasión para explorar los orígenes de los personajes y recuperar el eco de la dinámica que inauguró la serie en su momento (qué lejano parece ahora mismo). 
El ecuador de esta tercera temporada parece más acusado que en las anteriores. Precisamente el otro día estuve especulando con una amiga sobre el tema. Decíamos que a lo mejor este brusco cambio se debe a la prematura cancelación de la serie. Son sólo cábalas, claro, lo importante es que no parece fuera de lugar: el motivo central de la temporada sigue siendo el retorno a los orígenes: a los de Hannibal y a los de la misma serie. 
No olvidemos, sin embargo, que después de todo lo que ha ocurrido es imposible volver a aquellos primeros momentos de confianza, de inocencia, de credulidad. Ver a los protagonistas, más que conscientes de ello, caer sin remedio en viejas rutinas es a la vez enigmático y perturbador. Hannibal se despide así de la forma más humana que sabe.