jueves, 29 de marzo de 2012

Desaparecido

En los últimos años me han preguntado, no pocas veces, por mi orientación política. Al principio, cuando era más joven, la verdad es que estos temas no me interesaban lo más mínimo.
Hoy por hoy, en cambio, diría que es imposible que a alguien le dé igual la política: es algo que, tal y como están las cosas, nos afecta a todos.
Sin embargo, yo sigo sin decidirme. He dado un paso, eso sí: ahora, cuando me preguntan puedo decir con total convencimiento que soy disléxica política. No voy a tomar partido por unos o por otros cuando me parece que en el fondo todos hacen lo mismo. Da igual el color del que se vistan; da igual de dónde vengan las ostias porque van a llegar igual.

Hoy es 29M, Huelga General. Está despertando opiniones muy diversas entre la población. No me corresponde a mí ocuparme de ellas; para eso está twitter. 
Sí diré que nos estamos desviando del tema: ¿es bueno que nos dividamos? Hay gente que, muy agudamente en mi opinión, está señalando este fenómeno. Y es que estamos dirigiendo mal, muy mal, nuestras fuerzas. No debemos atacarnos entre nosotros llamándonos vagos o esquiroles: debemos decir BASTA, todos a una y en la misma dirección, antes de que sea demasiado tarde. 

No he podido acudir a la manifestación de mi ciudad, pero he dedicado el día de hoy a reflexionar sobre todos estos asuntos. Y también, en una muy generosa sobremesa, he visto Desaparecido. No sé si ha sido casualidad o alguien en TCM es muy listo. En cualquier caso, le doy las gracias; lo necesitaba. 
Desaparecido se sitúa en los momentos inmediatamente posteriores al golpe de estado de Pinochet en Chile; tiempos convulsos, desde luego. 
La historia se centra en la desaparición de Charlie, un joven norteamericano, y la desesperada búsqueda que emprenden su mujer y su padre, Ed, un hombre acaudalado que todavía ve a su hijo como un chiquillo atolondrado y deslenguado, un bala perdida.
Ed se aferra a un ideal de justicia que en Santiago, ciudad sin ley, ya no existe. Este hombre, brillantemente interpretado por Jack Lemmon, quiere creer que por el hecho de ser ciudadano estadounidense no le van a detener así por las buenas. Espera (y desespera) que alguien le escuche, le ayude. Que encuentren a Charlie. 
En Desaparecido acudimos a la caída de las esperanzas de un hombre. Empieza seguro, confiado, casi optimista. Piensa que no es nada, que seguramente el niño estará encerrado en cualquier prisión de mala muerte, que su nuera es una exagerada. No tarda demasiado en ver que las cosas no funcionan como él pensaba: todos los funcionarios le dan largas, le instan a que se vaya y lo deje estar. Sólo cuando la terrible verdad es imposible de disfrazar, el gobierno cambia de táctica: ahora resulta que Charlie sabía perfectamente dónde se metía. "El que juega con fuego, se quema", dicen.
Es devastador. 

La relación entre Desaparecido y la situación española actual es quizás frágil. 
A lo mejor soy yo. A lo mejor estoy tan frustrada y tan harta, que veo ceguera, silencio y cortinas de humo en todas partes. 

En cualquier caso, Desaparecido es una película ineludible: desgarra el alma y abre los ojos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario