Hace años que tengo este libro en la estantería. Juraría que en su momento lo compré poco después de que se publicase, emocionada porque me había gustado Soy de pueblo y aterrorizada por verme demasiado reflejada. Parece que en un tiempo en que se le puede poner un filtro bonito a todo es un poco complicado distinguir el "postureo" más básico de lo verdaderamente auténtico, incluso cuando se trata de uno mismo. Supongo que me daba miedo encontrarme en Cooltureta un reflejo que no me gustase.
No sé si se puede decir que superé mis miedos, porque en realidad acabé leyendo Cooltureta en un momento en que estaba demasiado sobrepasada por cosas de clase y necesitaba una distracción: una lectura entretenida, poco exigente, y que no tuviese nada que ver con mi trabajo de fin de máster. Recordaba que siempre me río con las viñetas de Moderna de Pueblo así que Cooltureta parecía la opción más obvia.
Lo más curioso es que en realidad apenas recordaba Soy de pueblo. Volví a echarle un ojo hace bien poco, para preparar este post con un poco de sentido, y me pareció un trabajo mucho más "estático", por así decir: no deja de ser un conjunto de instantáneas, sin trama, sin progresión, sin dirección. No lo digo como algo malo: no creo que Soy de pueblo tuviese otro objetivo. Cooltureta, sin embargo, sí intenta contar una historia, y eso me lleva a aquel miedo que os comentaba al comienzo del post: el protagonista de Cooltureta suda el mismo viaje. Perdonadme, porque con esto ya os estropeo el descubrimiento, pero no soy capaz de esquivar el asunto: me encantó ver un relato en Cooltureta y, sobre todo, me gustó verlo manejado con tanta sinceridad.
Si vuelvo tanto sobre Soy de pueblo, aunque las comparaciones siempre son odiosas, es porque creo que es de valorar que una autora se atreva a ampliar sus horizontes y probar cosas distintas porque eso significa que siempre podrá ofrecer algo sorprendente. Hoy por hoy, quedan algunos puntos por rematar pero la progresión está ahí, y eso me encanta.
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