Aquí estamos, un año más y con el "firme propósito" de releer El hobbit aún por cumplir. Abandonar planes se va a convertir en una tradición más, al paso que voy. Pero, si os digo la verdad, no lo veo como algo negativo ahora mismo. Es cierto que la fidelidad a la novela es una neurosis que vengo arrastrando desde Un viaje inesperado y que se hizo más evidente todavía en mi post sobre La desolación de Smaug. Fue precisamente en aquella entrada cuando un comentario de Nienor (Voces en el Viento) empezó a suavizar el problema, y lo remató otra amiga mía cuando explicó que decidía no leer El hobbit hasta terminar todas las películas para no interferir con su tono.
Qué ciega estuve. Tenía delante unas películas estupendas y me dejé llevar por posibles problemas en la adaptación. Pero no os preocupéis: he tenido mucho tiempo para verlas todas unas cuantas veces y, de hecho, este post llega después de la segunda vez que veo La batalla de los cinco ejércitos.
Doy la neurosis por terminada, que no cunda el pánico: los problemas con esta película fueron otros. Para empezar, problemas con el sonido (que muy amablemente en el cine compensaron con una entrada gratis) y, poco después, la sensación de que todo estaba yendo demasiado rápido. No entraré en detalles para evitar posibles spoilers, así que baste decir que en La batalla de los cinco ejércitos no hay un momento en descanso. Si en las dos películas anteriores se nos daba una especie de prólogo o algunos escenarios que pausaban un poco la acción, La batalla de los cinco ejércitos emerge del cliffhanger que daba fin a La desolación de Smaug y arrasa con todo. No creo que se pueda decir con otras palabras.
Es que ocurren tantas cosas al mismo tiempo que resulta difícil centrarse en una sola línea, no digamos ir procesando toda la información que surge de pronto y se enreda delante de nuestras narices. Por lo menos yo estaba tan apabullada después de esos primeros minutos tan explosivos que tardé bastante en situarme. Todo fue más sencillo la segunda vez que vi la película. La verdad es que en general la disfruté más.
Lo único que me sigue reconcomiendo, aun ahora, es que en La batalla de los cinco ejércitos casi parece desaparecer la Compañía que hemos ido viendo a lo largo de estos años. Salvo Richard Armitage (absolutamente espectacular) y unos pocos más, son muchos los enanos que apenas tienen diálogo en esta película. Será que soy una sentimental, pero es un detalle que me entristece un poco.
Supongo que, de todas formas, esta no es una sensación que desentone del todo con el final de La batalla de los cinco ejércitos. Y no me refiero al final de la historia (ese es un tema que espero que se solucione en la versión extendida), sino al hecho de que parece que esto se acaba. Aún no me he hecho a la idea y creo que no lo haré nunca; una parte de mí seguirá creyendo que nos llegarán sagas nuevas de la Tierra Media. Mientras tanto, rever y releer es lo único que queda.