domingo, 26 de enero de 2014

El lobo de Wall Street

Del director de Infiltrados siempre se esperan grandes cosas. Sin embargo, tengo la sensación de que en El lobo de Wall Street la grandiosidad se ha apoderado, no ya de la pantalla, sino de la película al completo.
En el trailer parece que va a mostrar la verdad desnuda del salvaje Wall Street pero, al final, lo único desnudo es el 90% del reparto de la película. Yo creo que El lobo de Wall Street se pierde en lo anecdótico y espectacular y olvida lo fundamental de la historia: que en bolsa no hay amistades que valgan. 
El resultado final, a mi modo de verlo, es un canto al derroche y la ostentación, el gasto por el gasto, una opulencia desproporcionada y sin límites. La trama más seria, por así decir, el "mensaje" último de la película casi pasa desapercibido entre tanta orgía. 
Con todo, esa es la parte más brillante de toda la película. En estos últimos minutos, Scorsese pone delante de la cámara los elementos básicos de la traición: ya no hace falta que le explique nada al espectador, porque todos sabíamos más o menos qué iba a pasar y cómo atar los cabos. 
El problema, repito, está en las proporciones. No creo que falte información en esta parte final que os digo, sino que sobra en las dos horas y media anteriores. Vale, hubo momentos francamente divertidos, eso es cierto. Pero... qué queréis que os diga, yo me acabé cansando. Creo que la mitad de todo ese metraje simplemente sobraba y que, además, ha conseguido que una historia interesante quede reducida a un relato apenas coherente y, lo que es peor, un retrato completamente superficial. 

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