domingo, 29 de noviembre de 2015

Nimona, de Noelle Stevenson

En un paquete sin grandes adornos, ayer por la mañana llegó Nimona a mi casa. La tarde ya la pasé en crisis post-libro. 
El caso es que yo sólo iba a echarle un vistazo para centrarme luego en cosas de clase; este es mi primer cómic, así que sentía muchísima curiosidad. Leí las dos primeras páginas porque no sé hojear un libro de otra forma y, cuando quise darme cuenta, ya iba por la mitad. 
Estaba tan sorprendida que se lo iba comentando a unas amigas. Una de ellas me pidió un croquis del argumento y lo único que pude hacer fue esbozar una escuetísima lista de lo que debe de ser la esencia de Nimona: una adolescente que puede cambiar de forma a voluntad, un villano protagonista, Edad Media "contemporaneizada"... También llegué a decirles que me estaba riendo mucho, y ahí lo tuve que dejar. Faltan algunos elementos, claro, pero en realidad eso no es importante: Nimona es mucho más que la suma de sus partes. 
Creo que lo que terminó de atraparme fue entrever, ya desde el principio, que en esta historia no existe una línea recta que distinga el bien y el mal: todos los personajes son moralmente cuestionables, y encima es una institución la que decide quién es héroe y quién villano, y lo coordina como un trámite burocrático. Y esta, que parece una transgresión esencial, se explica de una forma tan natural que sólo queda hacer una brevísima pausa al final de un capítulo para maravillarse un segundo antes de seguir leyendo.
El final me dejó más preguntas que respuestas, pero a lo mejor ese es precisamente su encanto, quién sabe. La verdad es que soy incapaz de ponerle pegas a un libro que ya quiero volver a leer. 

viernes, 27 de noviembre de 2015

Sense8 (T1)

Esta serie me maravilló. 
Es que no sé ni por dónde empezar el post. Si por un casual no me gustó todo en Sense8, ahora mismo no me puedo dar cuenta de cuál sería una nota discordante. 
A lo mejor me entusiasmo tanto porque, sinceramente, no esperaba gran cosa cuando la empecé. Imaginaba que debía de ser una historia entretenida y con cierto interés, claro, pero no creía que pudiese estar tan bien desarrollada. 
Supongo que, llegados a este punto, debería hablar al menos un poquito del argumento de Sense8. Nunca consigo que quede bien, pero me parece que en esta ocasión no me puedo librar. En fin. Sense8 reúne las historias de ocho personas de distintos puntos del planeta que pueden intercambiar sus pensamientos, sus habilidades, sus emociones. Y esto, que aquí parece tan prosaico y tan simplón, está extraordinariamente bien contado en Sense8
Yo diría que en parte eso se debe a que lo sobrenatural de esta historia se pone al servicio los personajes, y no al revés. De esta forma, se los va descubriendo poco a poco, casi más por la forma en que interactúan unos con otros que por los tradicionales flashbacks. Creo que es precisamente su primera reacción frente a estas cosas tan raras que les van pasando lo que sienta las bases de la temporada. 
Esa es otra. A nadie le sorprenderá que al principio todos los protagonistas piensen que sufren alucinaciones. La cuestión es que, tal y como está planteado el argumento, esas conexiones, aun las más inoportunas, son naturales para ellos. Es decir, la opción más racional convive con la inexplicable certeza de que eso es lo normal. Este conflicto, como todo en Sense8, sigue el ritmo de los personajes. Si tuviese que elegir uno solo, diría que este es el punto fuerte de la serie. 
Ahora sólo falta conocer los orígenes de todo. Anoche terminé la temporada así que aún no he tenido tiempo de asimilar que se me viene encima una larga espera. De momento puede más el alivio de saber que habrá una segunda temporada. 

jueves, 26 de noviembre de 2015

Ubik, de Philip K. Dick

"Comedia metafísica", decían. Terminé Ubik y aún no entiendo a qué se referían con eso. Sólo sé que no me reí leyendo este libro; incluso me hizo sentir incómoda, aunque eso no es necesariamente malo. 
A lo mejor el problema es que mi sentido del humor no encaja con el de Philip K. Dick; no sería la primera vez que me pasa esto con una novela. Por lo que se ve, la risa y la desazón son dos caras de la misma moneda, y está en la mano de cada uno decantarse por una u otra. Ahí yo tengo poco que hacer, si no nada. 
Lo único que puedo tener claro sobre Ubik es que dentro de un tiempo seguramente no me acordaré de qué ocurría ni cómo; sólo conservaré esta sensación extraña como de no haber entendido un chiste. De verdad que sigo sin encontrarle la comedia a esta novela. En fin, cosas que pasan, supongo. 
Recuerdo que ya en los primeros capítulos de Ubik las imágenes que se pasaban por mi imaginación no se correspondían con las descripciones del autor. No sé por qué, estaba adaptando el paisaje futurista de Dick a lo que a mí desde el siglo XXI me parecería futurista. No he sido justa, y lo lamento profundamente, pero no lo hice adrede: surgió así, sin más. Puede que eso sea lo más metafísico que ha supuesto este libro para mí. 
Escribiendo este post, me planteo que quizá acabé cayendo por esos derroteros porque no veía un gran valor literario en Ubik. No llegué a hacerlo nunca, ni siquiera al cerrarlo por última vez. También son cosas que pasan de vez en cuando; no siempre se da con el libro más adecuado para uno. 
No quiero caer en el miedo al género (a estas alturas...). No quiero creer que en algunas obras el fondo devora a la forma; prefiero pensar que hay por ahí algún libro que concilia una trama arrolladora con un estilo rotundo. Yo no encontré eso en Ubik, pero seguiré buscando. 

lunes, 23 de noviembre de 2015

The Secret of Kells


Mi primer encuentro con The Secret of Kells se parece mucho a aquel episodio que os conté a propósito de La canción del mar. Parece que es lo que pasa con estas películas: no necesitan más que una imagen para atraparte, y con un par de notas ya les perteneces para siempre. 
Y de ahí mi conflicto, creo. 
No me queda más remedio que decirlo directamente: La canción del mar me gustó mil veces más que The Secret of Kells. El caso es que no creo que las esté comparando (no quiero compararlas), aunque son muchas las circunstancias que unen estas dos películas; no puedo obviar eso, por mucho que lo intente. 
Llevo un tiempo pensando qué es lo que tenía La canción del mar que me falta en The Secret of Kells. Las dos tienen ese aire como de cuento, las dos irradian el mismo encanto atemporal... Sé que todo lo bueno que hay en The Secret of Kells se repite en La canción del mar. Parece que lo que falla, entonces, es la historia. Aunque en ambas los cuentos y las leyendas constituyen uno de los pilares fundamentales de la trama, en The Secret of Kells nada de eso se llega a contar: sólo se ven sus efectos en la línea principal. Uno puede deleitarse con la imagen, pero sin los cuentos parece que alguien se ha guardado la mitad de la película y no la ha querido compartir. Creo que ese es mi conflicto con esta película, pero saberlo no es un alivio. 

lunes, 16 de noviembre de 2015

Blancanieves

Esta es una película que me cautivó desde el primer momento en que vi el tráiler. Sería la música, o quizá el blanco y negro, o la promesa del retorno a algo nuevo. Creo que estas vueltas de tuerca a los cuentos de siempre me recuerdan a mi propia infancia y por eso me llegan tan hondo. 
No sé qué pasó entonces, pero en su momento no pude ver Blancanieves en cines. Ni cuando salió en DVD. Ni mucho después. Mientras, aquella primera impresión fue macerando y generando un recuerdo que, según he podido comprobar, tiene poco que ver con la realidad de la película. Es curioso que, incluso ahora, ese recuerdo siga ahí, reivindicando un camino paralelo y un sabor enteramente propio. La verdad es que no me había pasado nunca. En fin, voy a intentar volver al cauce normal. 
Blancanieves revisita el clásico en un ambiente muy concreto. Tengo que reconocer que este nuevo escenario a mí me resulta completamente ajeno: me parece que soy muy del norte como para saber de flamenco, toros..., y toda esa imaginería, en general. Y sin embargo, aunque no me puedo identificar con ello, verlo en esta película no me resulta chocante porque no encuentro puntos en que no resulte coherente. 
Me sorprendió que, a pesar de todos estos cambios, Blancanieves se mantuviese en general tan fiel a la tradición. Yo imaginaba que habría más transgresiones, sinceramente. Creo que ese es uno de los puntos que separan el recuerdo de la realidad. Igual yo me monté sin querer una historia de vendetta muy de Tarantino y, claro, eso aquí no sale. Como os digo, Blancanieves sigue la estela del cuento casi hasta el final.
Ahí es donde empieza mi gran conflicto: todavía no sé cómo me hizo sentir este desenlace. Lo único que tengo claro es que toda la crudeza que hasta ahora más o menos se había ajustado a los cánones de la narrativa infantil, de pronto se retuerce y se convierte en una de las escenas más sórdidas que podría haber imaginado. De pronto, es como si los cuentos y la realidad más fea se fundiesen en un único fotograma, como si toda la distancia anterior no significase nada. Aún no sé cómo entender este final; sólo sé que se me encoje el corazón cada vez que pienso en esa última imagen.