lunes, 15 de abril de 2013

The Lovely Bones


The Lovely Bones es una película dura de ver, como son todas las historias sobre niños desaparecidos. 
No suelo ver este tipo de películas, primero porque el tema me obliga a estar en perpetua tensión aunque la película en sí no acompañe; y segundo porque, salvando honrosas excepciones (que yo personalmente no conozco), son todas iguales. Las historias sobre niños desaparecidos prácticamente constituyen un género en sí, por lo que inevitablemente todas repiten el mismo esquema. Además, en relatos así, tan desgraciadamente reales, ¿dónde se puede fijar el límite de la ficción? 
Hay que reconocerle a Peter Jackson, director de esta cinta, que ha hecho un gran esfuerzo por distinguirse. Sin embargo, sus esfuerzos no han dado los frutos que yo me esperaba. Veo The Lovely Bones y encuentro camuflado al Jackson que conozco (salvo por los imprescindibles guiños a los fans de El Señor de los Anillos). Aunque supongo que es lógico: tenía muy poco margen de acción.
Es cierto que The Lovely Bones no es la típica película sobre una niña que desaparece. Es cierto que el enfoque funciona mejor y que los retratos son más profundos. Al fin y al cabo, Peter Jackson siempre ha construido grandes personajes a base de pequeños gestos. Me siento en la obligación de aclarar que me refiero con esto sobre todo a los actores secundarios, que llevan sobre sus desatendidos hombros la mayor carga emocional de la trama. La pega que les pongo a los protagonistas es que sus motivaciones no quedan claras: parecen intrínseca y totalmente buenos o malos, sin más. La mayor sorpresa me la ha dado Susan Sarandon, la abuela de la protagonista, que aparece en el momento oportuno para dar su propio toque cómico. Como siempre, su vitalidad supone un soplo de aire fresco, incluso en un paisaje tan lúgubre como el de The Lovely Bones.
No estoy descontenta con esta película, pero, a grandes rasgos, no es lo que me esperaba de Peter Jackson. Comencé hablando de lo estancado de este género y quizá la más obtusa era yo, mirad cómo son las cosas. 

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