El tiempo se transforma durante las navidades universitarias; no creo que haya muchos más momentos a lo largo del año en que se sobrestime de esta manera "un descansín de media hora".
Al menos yo me encontré en diciembre con un montón de trabajo atrasado que poco pudo contra Cosas raras que se oyen en las librerías. Total, pensaba yo, es un librín de anécdotas, se lee en un momento. Puede que también pensase que, como no tiene argumento, no habría nada que tirase de mí irremediablemente. Supongo que eso me habría salvado en horas menos bajas, cuando no necesitase tanto reírme y dejar la mente en blanco.
Me olvidé completamente del tiempo, pero al final Cosas raras que se oyen en las librerías sí que me sirvió para lo que yo buscaba; la verdad es que pasé un rato estupendo leyendo este libro. No me parece poco, siempre lo digo, pero también tengo que reconocer que ahí terminó todo. Cosas raras que se oyen en las librerías es un paréntesis estupendo mientras dura; luego, la vida sigue como si nada.
Me parece que me estoy poniendo transcendental fuera de turno. A fin de cuentas, lo que pretende Cosas raras que se oyen en las librerías es que unas personas que aman los libros tanto como nosotros puedan compartir lo que han visto. Puede que algunas de esas historias me incomodasen porque en el fondo (y no tan en el fondo) soy una persona demasiado ofuscada como para asumir sin más que existe todo un mundo que gira ajeno a las librerías.
Releo este post y veo que aún necesito urgentemente reírme un rato. Sin más.
Al menos yo me encontré en diciembre con un montón de trabajo atrasado que poco pudo contra Cosas raras que se oyen en las librerías. Total, pensaba yo, es un librín de anécdotas, se lee en un momento. Puede que también pensase que, como no tiene argumento, no habría nada que tirase de mí irremediablemente. Supongo que eso me habría salvado en horas menos bajas, cuando no necesitase tanto reírme y dejar la mente en blanco.
Me olvidé completamente del tiempo, pero al final Cosas raras que se oyen en las librerías sí que me sirvió para lo que yo buscaba; la verdad es que pasé un rato estupendo leyendo este libro. No me parece poco, siempre lo digo, pero también tengo que reconocer que ahí terminó todo. Cosas raras que se oyen en las librerías es un paréntesis estupendo mientras dura; luego, la vida sigue como si nada.
Me parece que me estoy poniendo transcendental fuera de turno. A fin de cuentas, lo que pretende Cosas raras que se oyen en las librerías es que unas personas que aman los libros tanto como nosotros puedan compartir lo que han visto. Puede que algunas de esas historias me incomodasen porque en el fondo (y no tan en el fondo) soy una persona demasiado ofuscada como para asumir sin más que existe todo un mundo que gira ajeno a las librerías.
Releo este post y veo que aún necesito urgentemente reírme un rato. Sin más.
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