domingo, 28 de abril de 2013

Mi nombre es Harvey Milk

No suelo ver biopics porque tengo la sensación de que nunca son fieles a la realidad, de que sólo se hacen para conseguir que el protagonista quede bien. Ese tipo de películas no tienen ningún problema en dejar fuera de su foco todo aquello que pueda resultar mínimamente reprochable; esa, en mi opinión, es la peor de las mentiras.
Menos mal que Mi nombre es Harvey Milk es una película sobre ideas. Narra, además, uno de los episodios más absurdamente oscuros de la historia de Estados Unidos (ojo al final, justo antes de los créditos).
Me ha sorprendido muy gratamente el modo en que esta historia es contada. Me alegro de que, por una vez, no se centre en el personaje y supedite todo lo demás a él. En este caso, a pesar de que el narrador es el propio Milk, el retratado constituye el eje de la acción, sí, pero nunca se pierde de vista el hecho de que forma parte de un todo y de que, a lo largo de la vida, uno conoce a ciertas personas que van a acabar constituyendo capítulos completos por sí solas. Mi nombre es Harvey Milk es muy consciente de todo eso por lo que el producto final se parece en muchas ocasiones a una pieza coral, no una monografía. Se agradece este soplo de aire fresco. 
Además, no me puedo ir sin mencionarlo, esta película cuenta con un elenco impecable, encabezado por Sean Penn. En serio, nunca hasta ahora había valorado a este hombre todo lo que se merecía. 
Se hace un poco duro ver que estamos todavía a medias en temas de igualdad, a todos los niveles, pero lo extraordinario de Mi nombre es Harvey Milk, es que te da en la cara con esa verdad sin caer en un tono panfletario o moralizante. Es, en una palabra, un peliculón. 

lunes, 15 de abril de 2013

The Lovely Bones


The Lovely Bones es una película dura de ver, como son todas las historias sobre niños desaparecidos. 
No suelo ver este tipo de películas, primero porque el tema me obliga a estar en perpetua tensión aunque la película en sí no acompañe; y segundo porque, salvando honrosas excepciones (que yo personalmente no conozco), son todas iguales. Las historias sobre niños desaparecidos prácticamente constituyen un género en sí, por lo que inevitablemente todas repiten el mismo esquema. Además, en relatos así, tan desgraciadamente reales, ¿dónde se puede fijar el límite de la ficción? 
Hay que reconocerle a Peter Jackson, director de esta cinta, que ha hecho un gran esfuerzo por distinguirse. Sin embargo, sus esfuerzos no han dado los frutos que yo me esperaba. Veo The Lovely Bones y encuentro camuflado al Jackson que conozco (salvo por los imprescindibles guiños a los fans de El Señor de los Anillos). Aunque supongo que es lógico: tenía muy poco margen de acción.
Es cierto que The Lovely Bones no es la típica película sobre una niña que desaparece. Es cierto que el enfoque funciona mejor y que los retratos son más profundos. Al fin y al cabo, Peter Jackson siempre ha construido grandes personajes a base de pequeños gestos. Me siento en la obligación de aclarar que me refiero con esto sobre todo a los actores secundarios, que llevan sobre sus desatendidos hombros la mayor carga emocional de la trama. La pega que les pongo a los protagonistas es que sus motivaciones no quedan claras: parecen intrínseca y totalmente buenos o malos, sin más. La mayor sorpresa me la ha dado Susan Sarandon, la abuela de la protagonista, que aparece en el momento oportuno para dar su propio toque cómico. Como siempre, su vitalidad supone un soplo de aire fresco, incluso en un paisaje tan lúgubre como el de The Lovely Bones.
No estoy descontenta con esta película, pero, a grandes rasgos, no es lo que me esperaba de Peter Jackson. Comencé hablando de lo estancado de este género y quizá la más obtusa era yo, mirad cómo son las cosas.