domingo, 1 de marzo de 2015

Big Hero 6

Big Hero 6 es una película tierna como pocas. Sin embargo, no se queda ahí. Por mucho que me hubiesen dicho antes de verla, nunca me habría imaginado que podría llegar tan lejos. 
Supongo que en esto tendrán que ver los prejuicios más extendidos sobre el cine de animación. Tengo que reconocer que, por mucho que me encante, siempre espero un entretenimiento más cálido que trascendental, un paréntesis de retorno a tiempos menos complicados. Big Hero 6 conserva esto, parte de ahí, pero acaba ofreciendo uno de los retratos más sinceros sobre el dolor y la pérdida.
Os podéis imaginar que es desolador. Es una sensación que flota en el aire a lo largo de toda la película aunque, no os preocupéis, no es que se regodee ni nada por el estilo.
A lo mejor me sorprendió tanto porque no me esperaba ese nivel madurez de una película de animación. Creo que demuestra un gran respeto por su público, infantil o no, y eso no es algo que ocurra siempre.
No puedo evitar acordarme de Up. Estas dos son películas que, bajo su apariencia entrañable, esconden verdades universales. Cada una en su estilo, ambas son buenísimos ejemplos de esas experiencias personales que de vez en cuando puede ofrecer el cine. 

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