lunes, 25 de julio de 2011

Billy Elliot

Billy Elliot -a la que, por razones que escapan a mi entendimiento, se le añade en su traducción al español "(Quiero bailar)"- cuenta la historia de un niño de 11 años que, inmerso en una huelga minera en los años ochenta, lo único que desea es bailar ballet. Pero el ballet no es tan masculino como el boxeo; el ballet no es tan masculino como la mina; el ballet no es tan masculino como no hacer nada. Así que el pobre Billy sólo se encuentra con inconvenientes, exceptuando a su abuela, casi bailarina profesional en su juventud, su profesora de baile y la hija de ésta. Claro que el ballet es normal en niñas, en mujeres; no en chicos.
Aquí voy a hacer una pausa para reconocer una cosa antes de que sea demasiado tarde: no soy capaz de contar una película. O un libro, me da igual. El caso es que no sé hacer sinopsis. De un tiempo a esta parte, todas las veces que he intentado recomendar algo a un conocido he acabado por contar toda la historia. Hasta el final, sí. Es poco práctico si se quiere evitar spoilers, pero es una cosa tan fácil, tan fluida... Según me ha dicho una de las últimas víctimas de este vicio mío (si es que puede llamarse así), es como volver a ser niño y que te cuenten un cuento antes de dormir.
Me estoy yendo por las ramas. Quería hablar de la película. Sin más. Recomendarla porque me encantó, porque tengo ganas de verla otra vez y otra y otra y otra. Pero no sabía muy bien cómo empezar, así que hice esto. Sin embargo, hoy no voy a contar el final. Para variar un poco. Sólo quiero añadir antes de irme que Billy Elliot es la película con más fuerza y mejor banda sonora que he visto en mucho mucho tiempo.



jueves, 14 de julio de 2011

Un traje, una mochila y tinta verde en un paso de cebra

Hace ya algún tiempo estaba dando un paseo por mi ciudad cuando vi a un hombre que me llamó la atención. Estaba esperando en un paso de cebra, como todos los que lo rodeaban. Sin embargo, había algo en él que... No sé. Realmente no era un tipo extraño; era un hombre con traje y corbata, mochila a cuestas, que esperaba a que el semáforo se pusiera en verde.
Entonces estaba leyendo El bolígrafo de gel verde. Creo que los que ya lo hayáis terminado entenderéis la asociación de ideas.  O a lo mejor fue una paranoia sólo mía.
De todas formas, de un tiempo a esta parte muchas de las cosas cotidianas que me rodean me recuerdan a este libro. Puede que a partir de ahora empiece a usar tinta verde; quién sabe, a lo mejor consigo dar un giro a mi vida.
Y a todo esto, ¿de qué va El bolígrafo de gel verde? Por suerte o por desgracia, éste es un libro de sinopsis imposible. No podría decir claramente cuál es su argumento, pero sí que es una imagen aún más clara que lo que el espejo me devuelve todas las mañanas, sea lo que sea.